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viernes, 26 de marzo de 2021

Recursos que me sacan de la acción

marzo 26, 2021 0 Comments

 

                La inmersión narrativa no es sencilla. Mientras que en el cine es prácticamente instantánea, en la literatura exige un esfuerzo mayor por parte tanto del escritor, como del lector. El crear una realidad paralela en la que la que el lector se sumerja y por la que se deje llevar a fin de sentir como creíble nuestra historia, es una tarea ardua de conseguir y fácil de estropear. Tanto para mí, como para todos, vamos a tratar algunos recursos que rompen esa fantasía y nos sacan de la acción.



                —Repetir en exceso una palabra. Es algo bastante común y que, por regla general, usamos con adverbios o conjunciones, como el «y», o el «pero». Parece que nos abonamos a una determinada construcción lingüística para hacer frases y ya no nos sale otra. Es preciso revisar muy bien el texto, localizar la cantidad de palabras de este tipo en el buscador e impedir que haya demasiadas mediante una concienzuda corrección. No obstante, más grave es el asunto cuando no se trata de estos vocablos, sino de palabras o expresiones a las que el autor parece tener un cariño especial, como «madre mía», «empoderada», «la diosa que llevo dentro», o similar. Cuando nos encontramos la misma palabra tres veces en un párrafo de cinco líneas, el libro deja de ser una historia para convertirse, sí, en un juego de chupitos.


                Bola extra: el nombre del protagonista. Por favor, te garantizo que ya sé cómo se llama, no es necesario que me lo repitas en cada momento que te refieras a él. Llámalo «el chico, la mujer, el joven»; refiérete a él o ella por su oficio o por un rasgo que destaque poderosamente sobre los demás: «el estudiante, la escritora, el vampiro…», pero no me pongas su nombre veintiocho veces en doce líneas, te lo ruego, por el amor de Dios.


                —Acción confusa. Las escenas de pelea, batalla o todas aquellas en las que suceden muchas cosas a la vez en poco tiempo, son difíciles para el escritor en mayor o menos grado. Si intervienen varios puntos de vista, más aún. Antes de lanzarte a escribirlas, es preferible que repases bien la escena en tu cabeza, te hagas unos esquemas o incluso un dibujo. No te lances a escribir a lo loco una batalla en la que el protagonista emprende veinte acciones a la vez o en la que hay tres personajes esenciales llevando cada uno su carga sin tener una guía de tiempo y hechos muy claros. Aunque a ti se te pase por alto un pequeño fallo, te aseguro que tu lector sí notará si de pronto tu personaje tiene tres brazos porque ha esquivado a dos enemigos con sendas espadas y dado un mazazo a un tercero, como se dará cuenta de que te has hecho el lío padre narrando y ya no sabes contra cuántos enemigos está luchando a la vez.


                —Personajes que tienen poderes sólo cuando al autor le interesa. Esto es tanto más sangrante cuanto mayor poder o pericia tiene el personaje en cuestión. Si estamos hablando de un archimago que puede conjurar de la nada un palacio de ochenta y tres habitaciones, volar a cuerpo limpio a una velocidad superior a la de la Enterprise, y luchar contra un ejército sin que se le mueva un pelo del flequillo, no me digas que de pronto no puede salvar a su amante/hijo/personaje random porque resulta que se le ha metido una pestaña en el ojo, o los calzoncillos por la raya del culo, o porque está dos metros lejos de su radio de acción y, oh, qué lástima, no se puede hacer absolutamente nada, no tiene ningún hechizo para subsanar eso (Dita tamborilea con los dedos en el escritorio con cara de circunstancias). No. O sea… NO. Si lo trasladamos a la escritura, es como si yo, porque tengo un mal día, olvido cómo se lee o soy incapaz de escribir una frase corta. Puedo entender una dificultad que realmente impida el uso de una habilidad o incapacite a un personaje, pero ha de estar justificada y ser creíble. Algo como una fobia o discapacidad a las que jamás se ha hecho referencia y que aparecen de golpe, no son creíbles. Un inconveniente menor, nimio para un personaje al que hemos visto enfrentarse a cosas mucho peores, no es creíble.


"Oooootra vez... no sé de qué le sirve ser mago, si luego sólo puede hacer magia cuando no le miran".


                —Cambios en el tono narrativo o en la forma de expresarse de un personaje. En toda obra, un pequeño alivio cómico bien manejado puede quedar muy bien, ayudar a despejar la tensión e incluso mejorar la atención del lector al hacerle ver que la obra tiene aspectos agradables y aún graciosos. En una obra ligera o cómica, un pasaje de emoción medida también hará que empaticemos más con los personajes y les tengamos afecto. Ahora, cambiar de la comedia ligera al drama patético, o de lo lacrimógeno al cachondeo, sacará por completo de la acción a nuestro lector y hará que no se crea lo que le estamos contando. Ya sé que la vida en ocasiones es así; sé que podemos estar felices y partiéndonos de risa por estar animando una fiesta vestidos de payasos, que nos llamen porque se ha matado nuestro hermano y tengamos que asistir al funeral todavía con la peluca de rizos rojos y los zapatones, lo sé. No obstante, tratar un cambio de escena tan fuerte exige mucha pericia para impedir que nuestra historia parezca ridícula o resulte increíble, así que mejor cuidemos el dar un tono lo más uniforme posible a nuestro relato.


                Sucede lo mismo con el carácter de nuestros personajes, hemos de ser fieles al mismo. El que un personaje sea culto y bien educado, no es óbice para que no pueda soltar una colorida maldición si se pilla los dedos con el martillo colgando un cuadro. Claro que, si de pronto y sin ninguna razón, pasa de hablar como Shakespeare a hacerlo como John McClane, o le han abducido los extraterrestres y no nos hemos enterado, o estamos ante un cambio de estilo que no tiene justificación, que sólo va a servir para que nuestro lector crea que le tomamos el pelo y tenga ganas de cerrar el libro.


                Por el momento, estos son los casos más llamativos de pérdida de credibilidad literaria. Es importante que les prestemos atención, para evitarlos. Si se os ocurren más, por favor, dejadlos en comentarios, ¡gracias!

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


jueves, 11 de junio de 2020

Víctimas de la escritura.

junio 11, 2020 0 Comments


     La Escritura -como todas las artes, queridos hijitos- es una amante cruel y sin corazón. Es más que probable que ella jamás te dé nada. Ni satisfacciones personales, porque siempre te hará pensar que puedes hacerlo mejor, que no te has esforzado bastante, que puedes darle aún más. Pero eso sí, exigirte, ella te exigirá TODO. Tus pensamientos, tus noches, tus días, tus sentimientos, tus emociones... no habrá situación en tu vida, por alegre o penosa que sea, en la que no aparezca el pequeño demonio de la Escritura para tomar nota de ella. Para sorber tus lágrimas y alimentarse de tu dolor o de tu risa, porque todo puede molerlo, hacerlo harina y usarlo para rebozar historias más tarde. Por eso, la Escritura se cobra víctimas. Víctimas que a los que ya llevamos un tiempo dedicados a ella, nos dan cierta compasión, no tanto por su dulce ingenuidad, como por ser conscientes de que no podemos hacer absolutamente nada para evitarles el tortazo que, sin duda alguna, se darán. Veamos algunos ejemplos:


     —Los poetas sensiblérrimos: la mayoría no tienen aún edad de votar, pero ya lo saben todo sobre la vida, el amor, la muerte, el sufrimiento y el dolor. Eso de la métrica es algo que hacían los viejos, ellos vienen destinados a revolucionar el arte poético y pueden hacer un verso de diecisiete sílabas y otro de cuatro, juntar así veintidós versos y soltarte con toda su cara que es un soneto. Y si se te ocurre protestar, eres un desagradable que no sabes de arte. Les gusta hablar del amor verdadero y decir que nunca amarán a nadie más porque el objeto de su calentón amor les ha dicho que no le gusta la pizza de anchoas o que no se piensa hacer vegano. Ellos y sólo ellos conocen las desdichas del amor traicionado y necesitan de expresiones como "frío mar de dolor insondable" o "arrojado al abismo de traición irreparable". Sólo saben rimar en adjetivos como esos, en participio o en infinitivo. 

     —Los cultos e inteliJentes: son los que usan palabros cuyo significado sólo les suena o incluso desconocen por completo, pero quedan bien en el texto y ellos piensan que les hacen quedar bien a ellos. La pega es que frases como "el estocástico dormitorio de Helen, dulce como un cenotafio, proyectaba ínclitas emociones en el ubérrimo y gañante corazón esternocleidomastoidéico de Stephan, y súbitamente...", no sólo duermen al lector (le confundirían también, pero no da tiempo a tanto), también le provocan risa. O "accesos de ruidosa hilaridad", si lo prefieren. 

     —Los intensitos: son los que sólo pueden hablar de sí mismos y de lo geniales que son. Cualquier tema de conversación que se saque, desde el retraso del tren a la lista de la compra, les empujará sin remedio a sacar a colación el último cuento que han escrito, esa primera poesía con la que quedaron en "selección de finalistas" en cuatro de básica, o esa novela que llevan dos semanas preparando y que ya están a punto de acabar. Es imposible tener con ellos una conversación normal, a no ser que les amordaces y les esposes las manos a la espalda (si no lo haces, te hablarán por señas). 

     —Los cambiamundos: sujetos bientencionados que pretenden recuperar el género perdido de la fábula, solo que sin rima, sin animales, sin humor, pero con mucha moraleja. Demasiada. Excesiva. Vale, más que Enyd Blyton y Coelho en una noche loca. Piensan que con sus palabras van a hacer reflexionar a los malvados y estos correrán a corregir sus defectos con una luz nueva en el corazón. Se les conoce porque son esos que hacen los textos que te manda tu tía Leovigilda por Facebook, sí, esos de "la hija ignoró a su madre y se fue de fiesta, y su madre se quedó llorando y llorando, y cuando la hija volvió su madre había muerto, y la joven se arrepintió mucho, mucho, y...". Como escriben para "sacar lo bueno del corazón de todos", parece que es un crimen hacerles la menor crítica. Si no quieres jaleos con ellos, limítate a escribir "amén", y con eso ya se quedan contentos para todo el día. 

     —Los futuros best-seller: aquellos que, como han visto a una presentadora o a un futbolista sacar un libro, están convencidos de que escribir es facilísimo y cualquiera que haya terminado el segundo de básica puede hacerlo. Claro está, ignoran por completo el concepto de "negros literarios" y tampoco les importa. Así que se gastan una pasta gansa en un ordenador portátil diciéndose a sí mismos (o a sus padres) que "no es un gasto, es una inversión", abren el procesador de textos y empiezan una historia acerca de un niño mago que encuentra un secreto milenario en el Vaticano que puede causar el fin del mundo... un tiempo variable después (días en la mayor parte, semanas en otros), el futuro best-seller quedará aparcado para siempre y usará "la inversión" para jugar al Chuzzle que venía preinstalado. 


    Sí, lo reconozco, hoy se me ha derramado el sarcasmo y lo sé. Generalmente no soy tan cáustica, y cuando lo soy, no lo publico. Pero, la verdad, ¡me he quedado más a gusto...!



domingo, 17 de mayo de 2020

No soy poeta.

mayo 17, 2020 0 Comments

          No soy poeta. Nunca lo he sido, ni he querido serlo. Nunca me ha dicho nada la poesía, salvo que hablemos de Bécquer, Quevedo... o Javier Krahe. He detestado la métrica y el andar contando silabitas, y he visto la poesía como una rama literaria excesivamente cercana a las matemáticas como para gustarme. Para mí, siempre había más sinceridad en un párrafo escupido sobre el papel tal como te salía de dentro, que un montón de versitos que uno había tenido que contar y hacer malabarismos con ellos hasta que dieran once exactos para un soneto, rimar de una forma determinada y tener que atenerse a un número de sílabas prefijadas. Siempre he visto la poesía como un encorsetamiento de la creación artística y de los sentimientos del escritor, y no me cabía en la cabeza que nadie pudiera querer escribir algo semejante salvo para hacer canciones. 

       Teniendo en cuenta todo esto, podéis haceros una idea de cuánto me avergüenza pensar que una vez vi un pajarillo muerto, que sin duda se mató al caerse del nido y me recordó a mi hermana, fallecida un año antes, y mi cerebro se disparó y...


Pequeño, trino pequeño,
salúdala de mi parte
hoy, cuando llegues al cielo
dado que tú, como ella,
subiste allí antes de tiempo. 

El asfalto duro y frío
hizo pedazos tus sueños.
Abandonado en la acera,
solito, trino pequeño

Búscala por mí esta tarde
cuando subas hasta el cielo.
¡Salúdala de mi parte,
pequeño, trino pequeño!


      Esto podría ser algo bonito si lo escribiera mi sobrina, que entonces tenía once años. Si lo escribo yo, da vergüenza ajena. Pero son cosas que siguen doliendo si me las trago, así que vamos a probar a vomitarlas, a ver si así duelen menos. 

     Eso sí; como alguien se ría, que se calce, que le sacudo con todo lo gordo (o sea, el Larousse ilustrado) de canto por el lado del pico. Yo aviso. 

domingo, 19 de abril de 2020

Las hermanas Gilda

abril 19, 2020 0 Comments


       Hermenegildo y Leovigildo. Si estos nombres no os dicen nada, ni os sale continuar con Ataúlfo, Sigerico, Recaredo y Witiza, es que tuvisteis la suerte de que no os hicieran aprender de memoria la lista de los Reyes Godos. Lista que no servía para gran cosa, aparte de para concursar en el Cesta y Puntos, pero que a todos los escolares de la república y posguerra sí que les hicieron aprender, y por eso los niños de la época reconocieron enseguida los nombres con los que el gran Vázquez había bautizado a sus nuevas creaciones: Hermenegilda y Leovigilda, las hermanas Gilda.   

No te quedes en la introducción, lee todo el artículo aquí:

https://www.koukyouzen.com/2020/04/las-hermanas-gilda.html?m=1


viernes, 27 de marzo de 2020

Crítica: Prostituto de extraterrestres

marzo 27, 2020 0 Comments



     Justicia poética. Dos palabras muy simples que encierran todas aquellas muertes cinematográficas que no sólo no nos dan ninguna pena, sino que nos hacen sentir bien. La caída de Gastón en La Bella y la Bestia, por un ejemplo, hizo que todos los niños de la sala aplaudieran y dijeran "¡Bieeeen...!". La novela que hoy nos ocupa, aplica ese concepto con tanta rotundidad, que más parece un ejercicio de psicoterapia, pero deja al lector -en ese aspecto- con una agradable sensación de bienestar, como esos sueños en los que tu cerebro te hace creer que le pegas una paliza a tu jefe. 
     
     La novela-mosaico tiene varios protagonistas, cada uno más odioso y detestable que el anterior. Del primero al último, no hay ninguno con intenciones honorables, ni siquiera neutrales, todos ellos son bajos, ruines y carentes de moralidad. Paradójicamente, todos ellos se tienen a sí mismos en elevado concepto y se creen merecedores de vidas mucho mejores. El primero al que conocemos es Mierda, un gris y fracasado empleado de una empresa de transportes, atrapado en un matrimonio con una mujer a la que ya no ama (si es que alguna vez la amó, o si es que sabe siquiera lo que es el amor, cosa que daría para otro debate), pero atrapado en un sitio mucho peor: su propia personalidad rastrera. 

     Mierda es violento, vago, machista, vicioso, repulsivo, maleducado, débil, cobarde, pusilánime... le toca todo. Pero él piensa que es inocente de todas sus desgracias, que la culpa de su situación la tiene la sociedad y muy especialmente la liberación femenina. En su bajeza, ya no mediocridad, está convencido de que si pudiera ser libre, sería el rey de su propio mundo, destacaría y sería el amo. En su deseo por conseguir esa libertad, entrará Pedo, su único amigo, y quien le admira como Ottis a Henry Lee Lucas. 

     La directa y desnuda prosa de Rafael Fernández Ezcritor nos presenta a unos personajes y una realidad que conocemos demasiado. A través de su mirada, aviesa y traviesa, vemos a esas caricaturas de seres humanos que todos hemos conocido en más de una ocasión; el asqueroso jefe incapaz de una palabra amable y cuyo único amor es el dinero, el troglodita que llama a las mujeres "chochetes" y sostiene que esta sociedad es una estafa al varón, y también la mal entendida feminista que considera que todo lo que no sea hacer su capricho es oprimirla. Por medio de su humor brutal, descarnado y en el que lo absurdo está a veces tan cercano a lo real que duele, la aventura se desgrana sin descanso, sin dar respiro al lector, y cada personaje recibe su ración de justicia poética. 

      Estamos ante una novela que no pude evitar imaginar en viñetas de cómic americano; narraciones cortas, frases breves y concisas, diálogos largos y mucha acción la hacen propicia para ese medio. No obstante, la facilidad de su lectura no implica que sea de fácil digestión; no se trata de ninguna novelita barata ni de algo que vaya a desaparecer de tu mente a la mañana siguiente. Es más bien una paliza emocional, un bofetón anímico en el que se nos muestra la realidad en toda su crudeza, deformada por el espejo del humor cínico, pero realidad a fin de cuentas. Con personajes que parecen una parada de monstruos de la feria, a los cuales miramos primero con curiosidad lectora, y entre los que atisbamos después casi con terror, temiendo encontrar en ellos a nuestro propio arquetipo. 

     Prostituto de extraterrestres es una novela para reír, sí, pero con esa risa que se queda unos minutos en tus labios y muchos días en tu cerebro, y eso es lo que la hace tan fascinante: su manera de hacernos pensar. Como supondréis, no sólo la recomiendo, sino que dudo que sea lo último que lea de este autor. 

     Nota importante: ¡manténgase fuera del alcance de los niños y de personas de ofensa fácil! Podéis conseguirla aquí:


jueves, 26 de marzo de 2020

Caramelos Negros

marzo 26, 2020 0 Comments

   Caramelo Negro: dícese del cuento de humor negro o terror moderado que se compone de sólo tres líneas de diálogo o dos líneas de diálogo y una de narración. Su argumento se apoya en el título, que deberá ser revelado sólo al final del cuento para conseguir el golpe de efecto. Por su brevedad, justeza, elevado aporte de simpatía y nulo valor literario se les da el nombre de "caramelos", en paralelismo con el caramelo gastronómico, que tampoco tiene valor nutricional, pero es rico para comerlo.  (Diticcionario).

     Y como las cosas se entienden mejor con un ejemplo, aquí va uno:

     —¿Cómo se te ocurre? ¡Daaame eso!
     —¡Tú dijiste que jugáramos a cualquier cosa!
     —¡Sí, pero no a las tabas!

     ("Los hijos del sepulturero se aburren".)



     —¿

jueves, 19 de marzo de 2020

Resultados del sorteo

marzo 19, 2020 0 Comments

    Bien, se terminó el sorteo, y los agraciados fueron:

Wayfarer.
Literalmente.
Korai.

   ¡Mil enhorabuenas! Espero de corazón que el libro os guste muchísimo. A todos aquellos que no han tenido suertecilla, que no se preocupen, ¡habrá más sorteos! Seguidme y lo comprobaréis. Y si no podéis aguantar la intriga, os recuerdo que el Tentaciones sigue a precio reducido, ¡sólo 1.56€ y GRATIS con Kindle Unlimited!

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